
La muerte del libro y el fin de la bibliografía.
Publicado el Domingo, 27 Abr. 2025
La frase nos explica que si no lees libros estas muy cerquita de quien no sabe leer.
Veo pasar mucho un posteo, en IG, claro, que dice “Quien sabe leer pero no lee no posee ninguna ventaja sobre quien no sabe leer”.
Y tardé en comprenderla. No es que sea compleja la frase, supongo que tiene que ver con la manera autoritaria en que se nos presenta la información en la aplicación. Me costó varias pasadas captar lo profundo y dramático que encierra porque la había leído colgada entre una receta de panqueque sin azúcar, sin harina, sin lácteos y una manifestación en contra de la IA en el uso del arte visual.
La frase nos explica que si no lees libros estas muy cerquita de quien no sabe leer.
Suelo compartir lecturas de libros y en cuanto aparece en pantalla la foto, se dispara una infinidad de mensajitos “qué libro es”, incluso cuando pongo el nombre del libro en la misma historia. “Bueh, la gente no lee.” Fuí buscándole el sentido a este comportamiento y esta es mi conclusión:
Las personas pescan una línea que yo comparto que resulta sumamente interesante y sienten que es ahí, que este es el libro que podrían sostener y leer. Que todos los libros anteriores que intentaron leer no fueron suficientemente atractivos y por eso no pudieron terminarlos, pero este promete. Mirá lo que es esta frase, que interesante, che.
Bueno, no. Si todo el libro fuese tan interesante lo hubiese compartido todo y no, la naturaleza de los libros no es así. Cuando te sentas a leer un libro tenes que saber que vas a desarrollar (o no) un vínculo con quien escribe y tenes que poder soportarlo cuando interesa y cuando no, con la única promesa de llegar a la próxima idea que sí interesa. Muy parecido a un matrimonio, todo.
Haces lo mismo cuando scrolleas entre recetas y manifestaciones, eh? Solo estas esperando que aparezca algo interesante entre un mar de cosas que no son tan interesantes. Pero el libro tiene una intimidad que se nos convierte en soledad. Nos sentimos solos soportando mientras que en el scrolleo puedo llenarme de los comentarios que otros usuarios de la red dejaron clavados.
Veo esta tendencia profundizarse a paso largo y preocupante.
Estamos los que leemos y están los que ya ni siquiera sienten la ausencia del libro, lo dan por muerto y ni siquiera lo extrañan.
Dentro del grupo de los que leemos, se subdivide en dos:
- estamos los que comprendemos que citar la fuente y la bibliografía es un acto de ética profesional fundamental para sostener la civilización que nos trajo hasta acá y que nos tiene cada día mejor (si, lo siento, pero sí, es así, el mundo es un lugar mejor cada día)
- Está el grupo que toma el contenido de 3 libros, no los cita en ningún momento y hace un contenido pedagógico High Ticket que venderá como la iluminación. Quienes consuman ese contenido quedaran alucinados con quien les fraccionó lo mejor de esos 3 libros y consideraran una eminencia a ese ser humano mortal y lector.
No pasa con el grupo 2, siento. Solo veo el fin de la “bibliografía” como tal para quienes tiene muerto al libro.
¿Dónde me duele? Donde ya nadie pregunta por la bibliografía. Donde el consumidor se deja timar de lleno.
Hace varios años (seguro más de 5 pero yo ya entré en la fase de la vida donde todo para mi fue ayer y si chequeo pueden ser 10 años, fácil) se viralizó un estudiante de psicología que explicaba cómo fue que la bibliografía de la carrera había ido pasando de libros completos a fracciones de libros fotocopiados y anotaciones propias de los docentes.
Un poco porque la Universidad gratuita pública y de “calidad” que construye el ascenso social sobre la Republica Argentina necesita resolver la problemática de que un libro tiene un costo. Un libro no es gratuito publico y de calidad. Un libro es un bien no fungible que está protegido por derechos de autor, y su reproducción está prohibida por la ley 11.723, sin autorización. El autor de dicho libro trabajó horas interminables en ese proyecto y, como todos, quiere que le paguen por su trabajo. La editorial que imprime y distribuye toneladas de papel tiene la misma problemática, la de querer cobrar por su trabajo. Por lo tanto, los libros no son gratuitos.
Aparentemente es difícil explicar el valor de un libro completo, no se ve ese tema con los ingresante a la institución y el grueso del estudiantado no nota nada raro en la pila de fotocopias incompletas de la bibliografía necesaria. El libro está muerto como entero y se confía plenamente en el sesgo del docente que nos representa la máxima autoridad. Algo así como “si elle no considera que yo deba leer el libro completo será que no dice nada importante en las páginas que no están en la fotocopiadora del segundo subsuelo”.
Incluso existe el mercado de fotocopias ya usadas. El submercado de bibliografía fragmenta.
Así, por ejemplo, cuando se estudian las fotocopias de “Fundamentos del diseño” de Wucius Wong, se arranca desde la página donde se explica que es un punto en el espacio y se saltea la introducción donde se explica con una claridad y armonía oriental que el diseño no puede pensarse solo como arte, sino que debe considerar su producción, reproducción y funcionalidad, y ser susceptible de industrialización.
La república Argentina va ascendiendo socialmente con académicos que, habiéndose saltado este capítulo, insisten en desestimar las posibilidades de la maquinaria y exigir resoluciones constructivas imposibles.
Una perdida de tiempo absurdo, bah.
Me incita a escribir el hecho de haber descubierto de manera totalmente accidental, semanas atrás, que muchas oyentes en IG consideran que soy YO quien dice cosas que no les gustan escuchar, como que la producción debe reproducirse a alta velocidad para competir en mercados industrializados y se imaginaran mi asombro.
Pero me avivó de que es fundamental volver a traer la bibliografía a las redes sociales.
No lo digo yo. Si llegaste leyendo hasta acá, que es un montón, yo ya asumo que vos te dabas cuenta de que no era YO quien decía tal barbaridad de que la revolución industrial ya sucedió (hace 125 años) pero te lo aclaro igual, por que nunca está demás.
Que el proceso debe ser industrial lo aprendí en el secundario. Me lo enseñó la profe de historia María Teresa y en esa oportunidad seguro lo leímos en algún Manual Santillana que teníamos completo. Pero lo que logró colarse en mi cerebro hasta la adultez fue el rato que nos tuvo viendo en una tele de tubo la película de Charles Chaplin que dejo acá linkeada.
El libro se conoce como “caro”. Ese es el problema. No es que “la gente” no quiera leer. Es que el libro es caro.
“Los libros son caros”.
Te digo algo, no conozco a nadie que me haya dicho “este libro me gustó pero me resultó caro en relación costo-beneficio”. A nadie. Incluso la gente que te dice “che, el libro “los 12 pasos” me parece malísimo” habla nunca jamás del costo de la cosa.
El libro tiene virtudes que no deberían haberse negociado.
El libro entero contiene la obra de un profesional, un virtuoso, en principio porque logró llevar a cabo la tarea. Por cada libro terminado deben existir 300 inacabados. Contiene horas de trabajo y análisis. En un libro hay muchas cabezas poniendo el ojo y observando, leyendo, estudiando. Un libro no es un único profesional que dice algo. Son muchos profesionales que dejan una información relevante sobre cómo funciona algún aspecto del mundo. Ese libro, luego, pasa por una editorial que decide invertir en esa propuesta y si bien muchos libros buenos seguramente no ven la luz justamente porque la editorial no le ve el valor, uno mismo puede hacer la apuesta.
Una vez en la calle el libro, reconocible como tal, el mundo puede leerlo y opinar. Así en las revistas solían aparecen “novedades” donde críticos de libros hacían su lectura y dejaban sus estrellitas. Eso mismo ahora se puede ver en IG, scrolleando. Esta circulación del libro físico va generando una aceptación social, o no, y se va haciendo su buena fama.
Es imposible que un libro sea caro, aún siendo caro. Y lo sabemos nosotros, los que leemos libros enteros.
En 2023 me sumé a una capacitación en Comportamiento humano. Un contenido que impartía Udesa y que llevaba adelante la psicóloga y especialista en neurociencias Ailín Tomio y que trabajaba en gran parte sobre el libro “Pensar rápido, pensar despacio” de Daniel Kahneman. Avanzada la cursada, un alumno le pide a la profe “el pdf” del libro. La profesora le explica que lo que ella podía ofrecernos era lo que teníamos en el campus, una interpretación de la bibliografía que había hecho ella y su equipo y que, si él deseaba, podía comprar el libro. El insistió en que le parecía absurdo que le hicieran comprar el libro. Ailín permaneció estoica: se vende en mercado libre.
Si bien aprendí mucho sobre comportamiento humano, ese aprendizaje que me dejó esa profesora me construyó. A la perdida absoluta de Norte solo se responde indicando hacia donde está el Norte y cómo podemos hacernos de una brújula.
Para redondear la idea, quiero dejar dicho, aunque si llegaste hasta acá asumo que ya lo sabés porque sos una buena lectora, que podes saber mucho más y mejor que cualquier universitario completo de cualquier carrera, leyendo los libros que responden a dicha disciplina.
Otros temas que me incomodan:
Sobre por qué no podemos leer libros enteros.
Parece heroíco que un ser humano se haga el tiempo para leer un libro. El año que en Buenos Aires nevó, yo estaba en Río de Janeiro en un Hostel compartiendo la película Jeepers Creepers con dos australianos y unos brasileros. Los australianos estaban muy incomodos con los subtítulos y nosotros explicamos que preferimos el subtitulo al doblaje. El australiano me dijo “es como que te lees el libro de cada película”. Sí. Yo igual no entiendo nada de portugués y en ese caso estaba escuchando el inglés, pero sí, la idea se entiende.
Hermana, te lees mil millones de líneas cuando te sentás a mirar 3 temporadas de Games of Thrones. ¿No es lo mismo porque la imagen te acompaña? Eureka, de eso se trata el libro, de poner tu cerebro a laburar. Por eso cuesta. Pero agarrá la pala, porque después te cuesta tener ideas propias.
“Te cuento como hice para pasar de 6 a 7 cifras”
Si tuviéramos un poco de cabeza en cómo funcionan los libros entenderíamos porqué no nos interesa como UN ser humano logró pasar de 6 a 7 cifras. Porque es evidencia anecdótica. Y vivimos comprando eso, casos aislados.
Imaginate lo ridículo que sería que yo te diga como tener una escuela de corte y confección. Vos y yo no partimos del mismo lugar, el dólar ya no volverá a estar $3,40 y cualquier interpretación que vos puedas hacer de eso difiere de la que puedo hacer yo.
Por eso no hay que consumir casos de éxito que no estén acompañados de bibliografía comprobable. Las posibilidades de que te sirva aplicar el paso a paso que aplicó otra persona son menos de 1.
De hecho le pedí a ChatGPT que me calcule la probabilidad real y me dio este número: 0,00336%
Dejo el link para que puedan comprender ustedes mismos.
¿Cuánta gente llega al final del mail?
Se que lo abren más de 2mil personas, pero abrir no es leer.
Me inquieta, pero no me quita el sueño.
Cariños, Paula
La frase nos explica que si no lees libros estas muy cerquita de quien no sabe leer.